
El individualismo y el estrés hace mella en nuestra vida cotidiana y es por eso, que las últimas décadas emergieron diversas disciplinas que buscan reconectar a las personas consigo mismas y con su entorno. Una de ellas es la Biodanza, un sistema que utiliza la música, el movimiento y el encuentro grupal para fomentar la integración humana y el bienestar.
Creada en la década de 1960 por el psicólogo y antropólogo chileno Rolando Toro Araneda, la Biodanza, cuyo nombre significa "la danza de la vida", se fundamenta en la creencia de que el movimiento corporal auténtico, unido a la música y la interacción grupal, tiene el potencial de activar los potenciales genéticos relacionados con la vida y la expresión de la identidad.
Los facilitadores de Biodanza guían a los participantes a través de una serie de ejercicios y danzas que buscan estimular lo que Toro denominó las "cinco líneas de vivencia": Vitalidad, Sexualidad, Creatividad, Afectividad y Trascendencia. Estas líneas representan, desde la perspectiva de la Biodanza, potenciales humanos fundamentales que a menudo se ven poco representados o desarrollados en la vida cotidiana.
El objetivo central de la Biodanza es promover un proceso de integración humana en varios niveles: la integración consigo mismo (armonizando cuerpo, mente y emoción), la integración con los demás (fortaleciendo la capacidad de vincularse afectivamente) y la integración con el universo (rescatando el sentimiento de pertenencia a una totalidad mayor).
Los practicantes de Biodanza reportan una variedad de beneficios. A nivel físico, se mencionan mejoras en la coordinación, flexibilidad y vitalidad, así como una posible reducción del estrés y la regulación del sistema nervioso autónomo. En el plano emocional y psicológico, señalan un aumento de la alegría de vivir, la autoestima, la autoconciencia, la inteligencia emocional y la capacidad de expresar emociones. La dimensión social también se ve fortalecida, facilitando el establecimiento de relaciones más auténticas y empáticas.
Si bien esta experiencia es inherentemente subjetiva y vivencial, existen investigaciones y estudios que han explorado sus efectos. Algunos trabajos sugieren que la práctica regular podría tener un impacto positivo en la reducción del estrés, la mejora del estado de ánimo y el fortalecimiento del sistema inmunológico, aunque la comunidad científica continúa investigando la extensión y los mecanismos de estos beneficios.
Las sesiones generalmente se desarrollan en grupo, en un espacio seguro y libre de juicios, donde se invita a los participantes a moverse de manera espontánea, conectando con sus sensaciones y las de los otros a través de la música y el contacto (siempre respetuoso y consentido). No se requiere experiencia previa en danza ni habilidades especiales; el foco está en la expresión auténtica y la conexión con la propia vitalidad.
En esencia, la Biodanza se presenta como una invitación a "danzar la vida", a redescubrir el placer del movimiento, la conexión humana y la expresión genuina como caminos hacia un mayor bienestar e integración personal.
En Corrientes capital, se desarrollan clases semanales en Campo del Angel (avenida Maipú 3180), un espacio en el que además se desarrollan diversas actividades que promueven el bienestar. Las actividades están a cargo de la facilitadora Silvina Virgilio, quienes estén interesados en obtener más información, la pueden contactar al número de teléfono: 379 493-2499.

