¿Podés cambiar tus genes? La epigenética te da la clave

EN FOCO17/06/2025Conexión HolísticaConexión Holística
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Durante mucho tiempo, creímos que nuestros genes eran una sentencia inmutable. Heredábamos un conjunto de instrucciones de nuestros padres y eso era todo. Sin embargo, en las últimas décadas, una nueva rama de la biología ha desafiado esta idea: la epigenética. Pero ¿qué es exactamente y cuándo surgió este concepto? En este artículo, Conexión Holística quiere aportarte algunos datos.

Aunque el término “epigenética” fue acuñado por Conrad Waddington en la década de 1940 para describir el estudio de las interacciones entre los genes y el ambiente que producen el fenotipo, su verdadero auge y reconocimiento como campo de estudio independiente se consolidó a finales del siglo XX y principios del XXI. Los avances tecnológicos en la secuenciación del ADN y la biología molecular permitieron a los científicos observar y comprender los mecanismos subyacentes a estos cambios, lo que impulsó la investigación y el interés en la epigenética a niveles sin precedentes.

La epigenética se centra en el estudio de los cambios heredables en la expresión génica que ocurren sin una alteración en la secuencia de ADN subyacente. En otras palabras, la epigenética explica cómo nuestros genes se “encienden” o “apagan” sin cambiar el código genético en sí.

Lo fascinante de estos mecanismos es que, si bien la secuencia de tu ADN es fija, tu “epigenoma” (el conjunto de modificaciones epigenéticas) es dinámico y puede ser influenciado por diversos factores.

¿Cómo influye en la vida diaria de los seres humanos?

La influencia de la epigenética en nuestra vida diaria es profunda y abarca desde el desarrollo embrionario hasta la vejez, y desde la salud física hasta la mental. Acá te detallo algunas de las áreas más impactantes:

Salud y Enfermedad: La epigenética juega un rol crucial en el desarrollo de enfermedades. Se ha demostrado que patrones epigenéticos alterados están implicados en el cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos neurodegenerativos (como el Alzheimer y el Parkinson), y enfermedades autoinmunes. Por ejemplo, en el cáncer, la desregulación de la metilación del ADN puede activar oncogenes o silenciar genes supresores de tumores.
Nutrición y Dieta: Lo que comemos no solo nos aporta energía, sino que también puede influir directamente en nuestro epigenoma. Ciertos nutrientes (como el folato, la vitamina B12, la colina) son “donantes de grupos metilo” y, por lo tanto, esenciales para la metilación del ADN. Dietas ricas en estos nutrientes pueden influir positivamente en la expresión génica, mientras que dietas deficientes o el consumo excesivo de ciertos alimentos pueden generar cambios epigenéticos desfavorables.
Estrés y Trauma: Experiencias de estrés crónico o trauma, especialmente en etapas tempranas de la vida, pueden dejar “marcas” epigenéticas duraderas en nuestro cerebro y otros tejidos. Estas marcas pueden alterar la respuesta al estrés, la función inmunológica y aumentar la susceptibilidad a trastornos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad. Lo sorprendente es que algunas de estas marcas pueden incluso ser transmitidas a futuras generaciones, un concepto conocido como herencia transgeneracional epigenética.
Ejercicio Físico: La actividad física regular no solo fortalece nuestros músculos y mejora nuestra salud cardiovascular, sino que también puede inducir cambios epigenéticos beneficiosos. El ejercicio puede modular la metilación del ADN en el tejido muscular, mejorando la eficiencia metabólica y reduciendo el riesgo de enfermedades relacionadas con el estilo de vida.
Exposición Ambiental: Contaminantes ambientales, toxinas y otros químicos presentes en nuestro entorno pueden actuar como disruptores epigenéticos, alterando la expresión génica y contribuyendo al desarrollo de enfermedades. Esto subraya la importancia de un ambiente saludable y la reducción de la exposición a sustancias nocivas.
Envejecimiento: El proceso de envejecimiento no es solo el resultado de la acumulación de daños. Se ha descubierto que el envejecimiento se asocia con cambios significativos en el epigenoma, como la pérdida global de metilación del ADN o la acumulación de metilación en regiones específicas. Estos “relojes epigenéticos” pueden incluso predecir la edad biológica de una persona con mayor precisión que su edad cronológica.
En resumen, la epigenética nos enseña que no somos meros productos de nuestros genes. Si bien nacemos con un plano genético, la forma en que esos genes se expresan es moldeada constantemente por nuestras elecciones de estilo de vida, nuestro entorno y nuestras experiencias. Esto nos da un poder inmenso: la capacidad de influir en nuestra salud y bienestar, y potencialmente, incluso en el de nuestras futuras generaciones. Comprender la epigenética nos empodera para tomar decisiones más conscientes y responsables sobre cómo vivimos, comemos y nos relacionamos con nuestro entorno. Es un recordatorio poderoso de que somos los co-autores de nuestra propia historia biológica.